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viernes, 25 de julio de 2008

Pozos de ambición (There will be blood) - Paul Thomas Anderson - 2007

De repente pensé que Kubrick resucitaba para rescatar al cine con su grandilocuencia acostumbrada. Al cabo de los minutos me doy cuenta que tengo demasiada imaginación, pues el director no es otro, que el idolatrado autor de "Magnolia", Paul Thomas Anderson, poseído por el espíritu del inolvidable cineasta de la naranja mecánica.
Pozos de ambición respira clasicismo por los cuatro costados, con todas las características que harán de ella una obra magna con el paso del tiempo, un título imprescindible que demuestra que de vez en cuando el cine si es un arte.
Un remake de "Gigante" pasado de revoluciones, con el impresionante Daniel Day Lewis que vuelve tras uno de sus periodos de silencio tras Gangs of New York, en ocasiones me pareció ver en pantalla al mismísimo Marlon Brando, pues el actor británico, interpreta uno de esos personajes que se come la cámara con la fuerza de un tren de mercancías. Lo de Daniel Day-Lewis es de juzgado de guardia. Impresionante la interpretación que se marca el tío. Tras ver semejante burrada interpretativa uno se pregunta si tipos como Nicolas Cage o Richard Gere tendrán la geta suficiente para seguir poniéndose delante de una cámara. Se le ve poco el pelo, tarda en escoger sus papeles, pero cuando se decide por uno lo borda. Es uno de los pocos actores actuales que por si solos hacen que merezca la pena ver una película.
Una obra mastodóntica desde el retrato de unos personajes movidos por la codicia, la corrupción y la falta de ética donde entras en una dinámica destructiva, donde la demencia se apodera de todos los personajes en un descenso a los infiernos que te lleva al final poco ortodoxo pero realmente terrorífico. Una fotografía un tanto austera, aunque suficiente para reflejar a la perfección los áridos paisajes, nada le sobra a esta descomunal obra que dibuja uno de los lienzos más oscuros y terribles de la condición humana.
Evidentemente no es cine para todos los públicos, ya que se la debe reconocer una obra bastante densa, pero si entras en ella no podrás salir.

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