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Se vuelve a poner de manifiesto que algunas simbiosis directores-actores, en la mayoría de los casos, funciona, y de qué manera, por ejemplo Scorsese con Di Caprio, Almodovar con Cecilia Roth, Tim Burton con Johny Deep, y el caso que nos ocupa Cronenberg con Viggo Mortensen, tras haber hecho películas asociadas al cine de terror y fantástico, de bajo presupuesto (salvo la asquerosamente buena "la mosca"), nos ha empezado a deleitar primero con "una historia de violencia", y ahora con "Promesas de este", ambas con su talismán ,Viggo.
Las interpretaciones, magistrales, una Naomi Watts, correcta en su interpretación, y en la línea de una mujer guapa pero sin exotismos, que es lo que la película necesita, un Vincent Cassel, que hace el papel de su vida (después, claro está de "El Odio" de Mathieu Kassovitz, creo se escribe así), y, ¡qué sorpresa!, Armin Mueller-Stahl, que no os sonará el nombre pero sí la cara, yo no lo veía desde "La caja de música" de Costa-Gavras, qué papelón se curra, tan pronto desborda bondad como el abuelito de Heidi, como se muestra implacable y sin sentimientos como lo que se espera de uno de los jefes de la mafia rusa, y llegamos a Viggo, que hace, iba a decir el papel de su vida, pero ¿cuál no lo es?, ha hecho de todo, y ahora nos ofrece a un mafioso ruso en Londres, increible la metamorfosis de este hombre, estuvo dando clases de ruso, e incluso se fue allí a moverse por los ambientes sórdidos para contagiarse y aprender de esa atmósfera tan cerrada como criminal.
Es casi de necesidad verla en V.O. para oírle hablar en ruso, y en inglés con acento ruso.
Si después de estas alabanzas no teneís pensado verla, dejadme que os lo ponga clarito "Promesas del este" es la hipérbole del talento en todos los sentidos, y esta condenada a ser una de las películas del año.
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